sábado, 2 de abril de 2016

Altos de Salvorón: Luchando contra el viento

El pasado sábado 2 de Abril, tras fracasar el intento de realizar la subida a la Collada Bonita, nos llegamos hasta Fuente Dé Jelu, Justo y yo, con la idea de subir en el teleférico y realizar algo "suave" por la zona de la Padierna. Llegamos a Fuente Dé a las nueve de la mañana con tiempo suficiente para cambiarnos con tranquilidad  y estar los primeros en la fila para coger el primer teleférico.
Pero cual fue nuestra sorpresa al encontrarnos con el teleférico ya funcionando y todo el aparcamiento completamente abarrotado de coches y de esquiadores que ya formaban una larga cola para coger el teleférico.
Ante semejante panorama, nuestra primera reacción fue salir de allí pitando, y la segunda casi inmediata, escoger un nuevo objetivo para el día que no nos exigiera realizar mucho recorrido por carretera. Rápidamente surge el nombre del Coriscao, cumbre que tenemos enfrente  nuestro y que solo tenemos que recorrer un par de kilómetros para llegar al punto de inicio de la marcha y así afrontar su ascensión por esta vertiente norte de la montaña.
Aunque recientemente habíamos visitado ya esta cumbre, lo habíamos hecho por la vertiente este desde Cosgaya, se trataba por lo tanto, de pasar un buen día de montaña, pisar un poco de nieve y tranquilamente, llegar a la cumbre por su bonita arista norte.

 Con ese espíritu nos pusimos en marcha a las nueve y cuarto de la mañana, con una temperatura bastante fresca, pero ideal para caminar.

Una vista atrás nos permite ver una magnífica imagen de las montañas que rodean el circo de Fuente Dé.

Y mirando hacia adelante, vemos las cumbres que forman los Altos de Salvorón, sin saber aún que por hay pasaríamos pocas horas mas tarde.

Subimos por la larga y pindia pista que nos llevará hasta la cabaña que existe en la Hoya de los Becerros. Antes de llegar a ella, se nos muestra la arista norte por donde pensamos ascender. Las nubes de nieve que de ella salen, nos muestran también que por ahí arriba sopla bastante fuerte el viento.

Antes de salir del arbolado del monte comenzamos a pisar nieve. Rápidamente nos tenemos que calzar las raquetas, y enseguida avistamos la cabaña donde nos pararemos a tomar las once.


La ventisca que el viento levanta en la arista nos hace cambiar de itinerario.

 En lugar de por la arista, ascenderemos por el fondo del valle para salir por el collado que se ve al fondo de la foto. Así, pensamos, iremos mas protegidos del fuerte viento que a veces ya nos empieza a molestar, aunque vayamos por el fondo del valle.

Justo y Jelu toman posesión provisional de la cabaña, para poder tomarnos el aperitivo y un trago de caldo bien protegidos.

El macizo oriental se nos muestra en toda su grandeza hacia el norte.

En el interior de la cabaña nos tomamos unos tragos de reconfortante caldo, y algo de sólido para recuperar fuerzas.

Tras lo cual continuamos nuestra ascensión, disfrutando de un precioso paisaje nevado.

Nos toca salvar un barranco con unas inclinadas pendientes a ambos lados. A la mitad de esta pendiente y en una situación bastante precaria, tenemos que quitarnos las raquetas y ponernos los crampones, pues debajo de una fina capa de nieve polvo, encontramos nieve dura que amenaza con hacernos resbalar.

Salimos al fondo del valle y vemos huir a tres rebecos por la profunda nieve.

Ahora nos toca quitar los crampones y volver a ponernos las raquetas, pero de pronto Jelu nos plantea desistir de subir al Coriscao y dirigirnos hacia los Altos de Salvorón que el aún no conoce.
Tras dudar un momento, enseguida estamos de acuerdo y nos dirigimos hacia una inclinada canal que tenemos a nuestra derecha, y que nos llevará a la primera cumbre de las que forman este cordal, culla cumbre principal es el Escaño que tiene una altitud de 2.121 mt.

Jelu abriendo paso en la inclinada canal, donde nos encontramos con una nieve bastante blanda que nos hace trabajar de lo lindo.

Justo detrás de mi, pese a tener ya la huella, también va sufriendo lo suyo.

Vemos que la parte final de la canal tiene una alta cornisa de nieve que esperamos poder salvar sin mayor dificultad. Yo la encaro a derecho, pero el último tramo se me hace interminable y me encuentro con un muro de cuatro o cinco metros totalmente verticales.
Tras un duro bregar y a base de zapatazos para clavar bien la puntera de mis crampones, por fin, asomo mi morro por encima de la cornisa, pero en ese momento, una fortísima ráfaga de viento hecha sobre mi una fuerte ventisca que me obliga a agachar la cabeza contra mi pecho, para evitar sufrir las caricias de la nieve sobre mi cara. Menos mal que vamos bien protegidos con el anorak y las gafas de ventisca.
Por fin salgo de la canal y les indico a mis compañeros que se tiren un poco hacia la derecha para evitar esta parte tan vertical. Envueltos por una fortísima ventisca, los fotografío y los grabo saliendo ya al alto.

Las rachas de viento soplan a mas de cien km. por hora. Nos cuesta Dios y ayuda mantenernos en pie y por supuesto, no podemos hablarnos entre nosotros si no estamos totalmente juntos.

Descendemos hacia el collado que tenemos a nuestros pies, para después ascender a una antecumbre del Escaño, que es la cumbre principal de la zona. Para ascender a esta antecumbre, tenemos que salvar unas cornisas haciendo una travesía por una inclinada pala de nieve que nos hace sudar la gota gorda. Jelu, como un campeón, nos va abriendo huella.

Ahora atacamos ya la cumbre del Escaño que tenemos enfrente. Nuestro principal esfuerzo sigue siendo el mantenernos en pie.

 Con mucho cuidado de no salir volando por su cara norte, nos fotografiamos en la cumbre del Escaño a 2.121 mt.


Realizar cualquier operación con las manos es un verdadero calvario, pues en pocos segundos los dedo se quedan insensibles, por lo que casi no hacemos fotos. En esta vemos el Pico Vallines.

Son ya las tres y sin comer. Pero de aquí tenemos que salir pitando para recorrer toda esta crestería, en busca de la única bajada posible, que se encuentra aún a mucha distancia de donde nos encontramos.

Tras mas de una hora de agotador andar y de quitar y poner raquetas y crampones, que nos hace retrasarnos mas de lo que quisiéramos, pasadas las cuatro, dejamos el cordal y comenzamos a descender hacia el valle por una inclinada pala de nieve, donde el viento ya no nos castiga tanto y donde por fin, a las cuatro y media de la tarde, nos podemos sentar sobre nuestras mochilas para dar cuenta de nuestros bocadillos. A nuestra derecha tenemos esta vista del cordal que forma los Altos de Salvorón y que acabamos de recorrer.

Tras comer y sufrir aún alguna fuerte racha de viento, descendemos rápidamente hacia la cabaña que se encuentra al final del valle, por el cual descenderemos de nuevo hasta el punto de salida, donde tenemos el coche.

Algunos aludes caídos recientemente.

Llegando a la cabaña.

 Donde nos tomamos un pequeño respiro.
¡Que tranquilidad al no sentir el azote del viento!

Por donde hemos descendido. En la hondonada de la parte superior paramos para comer.

Ya metidos en el valle, otra vista del cordal recorrido.

Esta con la cabaña que acabamos de visitar.
Al final han sido diez horas de marcha ¡pero que diez horas, Dios mio!
¡Menos mal que iba a ser una marcha "suave"! dice mi amigo Justi.
Pero, el destino ha querido que fuese así, que lo vamos a hacer.

Por último un vídeo donde se ve de otra manera el día que pasamos.

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